
Contenido
- 1 Lea el pasaje sobre Esaú
- 2 La divina autoría…
- 3 El amor inmerecido e inalterable
- 4 El efecto del pecado
- 4.1 Top 8 mejores regalos cristianos para niños
- 4.2 Dios es leal… incluso cuando tú no lo eres
- 4.3 36 Profundas citas de John Piper para encender tu corazón
- 4.4 12 razones vitales por las que cada uno de nosotros debería ser parte de una iglesia
- 4.5 10 versos clave de la Biblia sobre la soberanía de Dios
- 4.6 Top 9 mejores regalos cristianos para hombres
- 4.7 Top 9 mejores regalos cristianos para papa
- 4.8 Top 7 mejores regalos para amigas cristianas
- 4.9 Dios tiene el control: 14 gloriosas y confortantes realidades
Lea el pasaje sobre Esaú
1 El oráculo de la palabra del Señor a Israel por Malaquías.2 «Te he amado», asevera el Señor. Pero aseveras, «¿De qué forma nos has amado?» «¿No es Esaú el hermano de Jacob?» declara el Señor. «Sin embargo, he amado a Jacob3 pero he odiado a Esaú. He arrasado su colina y he dejado su herencia a los chacales del desierto «4.
Si Edom dice: «Estamos destrozados, pero reconstruiremos las ruinas», el Señor de los ejércitos dice: «Podrán edificar, pero los derribaré, y serán llamados ‘la tierra mala’ y ‘el pueblo contra el que el Señor está colérico para siempre'». «5 Tus ojos verán esto, y dirás: «¡Grande es el Señor más allá de la frontera de Israel!»
-Malachi 1:1-5
La divina autoría…
El primer verso del libro hace más que dar información sobre su autor humano. Cada palabra apoya el origen divino y la autoridad de todo el mensaje. La palabra traducida «oráculo» a menudo encabeza pasajes proféticos (por servirnos de un ejemplo, Isaías 13:1; 15:1; 17:1) y significa literalmente «carga» (Números 4:47; 11:11), transmitiendo un sentido de emergencia.
Esta carga se define además de esto como una palabra del Señor (dos Pedro 1:21) hablada por un mensajero humano. Esta palabra es la poderosa proclamación del Rey, eficaz en la historia para moldear todos y cada uno de los acontecimientos conforme a su voluntad (Isaías 55:11; Jeremías 1:9-10; 23:29). Esta palabra está dirigida a Israel, si bien en los días de Malaquías solo quedaba la comunidad judía. La comunidad postexílica es heredera de todas y cada una de las promesas de Dios a Israel.
La primera palabra que Dios habla mediante Malaquías no expone el pecado de Israel (en contraste a Isaías 1:2-3; Jeremías 2:1-3; Ezequiel 2:3-cuatro) sino declara su amor (ʼhb) por ellos. Esta palabra expresa tanto el cariño profundo como la fidelidad en todo género de relación humana (matrimonio, Gén. 24:67; progenitores y también hijos, Gén. 25:28; amigos íntimos, 1 Sam. 20:17).
Asimismo recuerda las viejas promesas de amor del Señor a Israel en el Pentateuco; Dios amó a las primeras generaciones de israelitas y los escogió (Deut. 4:37; 10:15), mostrando su amor al bendecirlos y multiplicarlos (Deut. 7:13).
Este amor es soberano y también incondicional, existiendo por ninguna razón alén del carácter cariñoso y leal de Dios. La manera perfecta del verbo expresa el amor de Dios como un acto total y completo. Dios empieza este libro de disputas declarando su amor inalterable y perdurable por su pueblo.
La palabra traducida «de qué manera» en ocasiones se refiere a la patentiza externa de que alguna acción ha sucedido o bien va a haber sucedido (Génesis 15:8; Éxodo 33:16). La audiencia de Malaquías no ve ninguna patentiza perceptible del amor del Señor por ellos. Se sienten completamente desenamorados y, como vamos a ver, este sentimiento no era completamente sin justificación. Mas Malaquías expone sus más oscuras sospechas sobre Dios para trastornar esas dudas.
El amor inmerecido e inalterable
Malaquías reta la aseveración del pueblo de no ser amado devolviéndolo al comienzo de su historia. Si bien la historia de Jacob y Esaú es compleja (Génesis veinticinco-treinta y seis), y Esaú aparece espiritualmente indiferente en múltiples ocasiones (25:29-34; 26:34-35; 28:6-nueve),
Génesis muestra que el favor de Dios descansó en Jacob antes que ninguno de los 2 pequeños naciese (25:23; cf. Rom. 9:10-trece). Si bien su condición inicial era exactamente la misma, si bien las partes en cuestión eran iguales (hermanos), el Señor puso su amor en Jacob, no en Esaú, sin razón intrínseca a ellos.
Debido a que este amor era injusto, es inmutable. Desde ya antes del nacimiento de sus ancestros, Dios ha amado a Israel. La manera imperfecta del verbo que acaba en Malaquías 1:2 implica el amor progresivo de Dios por Jacob, al paso que el verbo perfecto que empieza en el versículo tres muestra su oposición establecida y también constante a Esaú.
Como el amor de Dios implica tanto cariño como fidelidad, el odio en el Viejo Testamento implica odio y repugnancia (Cántico 119:163; Eclesiastés 2:18) como rechazo y oposición (Cántico 26:5; Isaías 66:5; una esposa menos amada es «odiada», Deut. 21:15).
Es posible que Israel no vea ninguna patentiza del amor del Señor por ella, mas ya había rebosante patentiza de su odio cara Edom, en tanto que Dios hizo su colina desolada. En el AT, las montañas son frecuentemente un símbolo de fecundidad (Deut. 33:15; Cántico 50:10; 72:3) y de fuerza y estabilidad (Cántico 46:2; Isaías 54:10), no obstante, este aspecto tan sólido y también increíble de Edom se mustió, de forma que nada pudo medrar.
Además de esto, Edom es desheredada; su herencia (cf. Deut. 32:8-nueve) es entregada a los buitres. La imagen de animales repulsivos que viven en una urbe o bien tierra ya antes habitada se halla en otro sitio a resultas del juicio de Dios (Cántico 44:19; Isaías 13:22; 34:13; Jeremías 9:11; 10:22; 49:33). Esta imagen habría tenido connotaciones siniestras para los viejos israelitas, tal y como si Edom se hubiese entregado a un obscuro poder espiritual.
Puede parecer extraño o bien aun ofensivo que Dios pruebe su amor por una nación a través de la destrucción extendida de otra nación. Mas el cautiverio babilónico fue una violación tan traumática y horrible del pueblo de Dios que el gozo de Edom por la destrucción de Israel (Cántico 137:7) y su explotación de la vulnerabilidad de Israel para su beneficio (Ezequiel 35:15; Obad. diez) repiquetean en las páginas de los profetas del AT como de forma profunda malvados. (Es más o menos equivalente a festejar la violación de un miembro de la familia.) El juicio de Dios sobre Edom no habría sido percibido como excesivo.
Al intentar persuadir a su pueblo de su amor permanente por ellos, el Señor sofoca una objeción potencial. Al paso que la economía judía estaba deprimida en los días de Malaquías, la suerte de Edom parecía estar al alza («reconstruiremos») – aguardaba recobrarse como nación.
El Señor no considera su capacidad de reconstruir como una ilusión, sino trabaja en su odio cara Edom destrozando cualquier progreso que hagan. El hecho de que Edom va a ser llamado «el país desalmado» quiere decir que Dios los sellará en su pecado de una forma tan pública y obvia que absolutamente nadie se va a preguntar por qué razón Dios juzgó a este pueblo.
El efecto del pecado
El destino espiritual de Edom se describe en 2 frases: «país desalmado» (lit., «frontera desalmada») y «el pueblo con el que el Señor está airado por siempre». Estas 2 oraciones describen tanto el territorio como la gente, causa y efecto en el juicio eterno de Dios. La palabra «ira» es paralela a «maldición» en Números 23:7 y a la «ira candente» de Dios en el Cántico 69:24 y Zacarías 1:12. Edom siempre y en todo momento está bajo la justa y apasionada ira de Dios por su pecado.
El último versículo del pasaje concluye la descripción de Dios ejercitando su odio cara Edom, al referirse a la manera en que ejercita su amor por Israel. Uno podría haber aguardado que Dios le asegurase a Israel que (en contraste a Edom) se edificaría y prosperaría, o bien que jamás más se aprovecharía de él. En cambio, el pueblo de Dios está atrapado en la auto-ensaltación de Dios alén de sus fronteras.
Este corto verso es engañosamente simple y enormemente significativo. El hecho de que Israel «vea» revierte su precedente escepticismo sobre el amor de Dios, cuando aseveraban no haber visto ninguna patentiza de ese amor (v. 2b). Ahora charlarán de otra forma, palpablemente persuadidos. Mas su alegato se refiere por entero a Dios y su gloria, no a ellos mismos.
La grandiosidad de Dios se ve frecuentemente en su intervención a favor de Israel (Cántico 92:5; 126:2-tres) o bien a favor de los individuos en Israel (Cántico 35:17; 40:17; 86:11). Charlar de la grandiosidad de Dios es implicar su gloria (cf. Is cuarenta y 2 con veintiuno) y su ensaltación (Sal noventa y nueve con dos). En esta breve oración Malaquías capta el futuro sorprendo de Israel frente a la gloria perceptible del Señor mientras que hace justicia en la tierra.
No deben perderse las implicaciones mundiales de esta exaltación: la grandiosidad de Dios se va a conocer «más allí» (lit. «sobre») de las fronteras de Israel. La grandiosidad del Señor está centrada en las fronteras de su pueblo del acuerdo, mas no se restringe a ellas. Es de este modo como Dios ejecuta su amor por su pueblo de manera profunda desalentado y agraviado: hace justicia en la tierra, para su gran gloria.