
Contenido
- 1 Amo a Jesús, y asimismo. ¿Mas no deseas querer más a Jesús?
- 1.1 La relevancia crÃtica de querer a Jesús
- 1.2 Mi deseo de querer a Jesús agrada a Dios
- 1.3 Si amo a Jesús y deseo quererlo más… cambio mi enfoque
- 1.4 Si deseo querer a Jesús, recuerda la profundidad de mi perdón
- 1.4.1 Amo a Jesús. Deseo quererlo más. Debes hacer esto
- 1.4.2 Porque dios permite el sufrimiento: 10 Motivos
- 1.4.3 12 razones vitales por las que cada uno de nosotros deberÃa ser parte de una iglesia
- 1.4.4 43 Citas sobre la oración para inspirar tu vida de oración
- 1.4.5 5 consejos de narración de historias religiosas
- 1.4.6 Top 9 mejores regalos cristianos para papa
- 1.4.7 10 versos clave de la Biblia sobre la soberanÃa de Dios
- 1.4.8 10 cosas que deberÃas saber sobre Charles Spurgeon
- 1.4.9 10 cosas que deberÃas saber sobre la teologÃa sistemática
Amo a Jesús, y asimismo. ¿Mas no deseas querer más a Jesús?
¿Qué clase de pregunta es esa? No, Marcos, amo a Jesús mas deseo quererlo menos. Y deseo menos alegrÃa en mi vida. Y en tanto que estamos, me agradarÃa tener menos bendiciones.
De manera frecuente, el cómo yo amo a Jesús se siente todavÃa más enclenque que mi amor por la ópera (sin ofender a los amantes de la ópera). Estoy convencido de que es mi ignorancia y mi falta de habilidad para querer las glorias de la gente que se viste como vikingos y canta en italiano.
¡Un instante! Solo estoy bromeando. No llene la sección de comentarios con reproches. Sé que la ópera no se trata de gente que se viste como vikingos y canta en italiano. La ópera es sobre magos del pinball, como en «Tommy» de The Who.
La relevancia crÃtica de querer a Jesús
¿Alguna vez has intentado encender una cerilla en un dÃa de viento? Si bien amo a Jesús, en ocasiones mi amor por Jesús se siente tan fuerte como la llama de un fósforo en un huracán. No estoy feliz con mi enclenque «amo a Jesús». Me tomo de verdad la advertencia de Jesús a la iglesia de Laodicea sobre la tibieza.
«Y al ángel de la iglesia de Laodicea escribe: «Las palabras del Amén, el testigo leal y auténtico, el principio de la creación de Dios.
«Conozco tus obras: no eres ni frÃo ni caliente. ¡Esperemos fueses frÃo o bien caliente! De ahà que, por el hecho de que eres templados, y no frÃo ni caliente, te escupiré de mi boca. Por el hecho de que afirmas que soy rico, que he prosperado, y que no necesito nada, sin percatarme de que eres desdichado, lastimero, pobre, ciego y desnudo. Te recomiendo que me adquieras oro refinado al fuego, a fin de que seas rico, y vestidos blancos a fin de que te vistas y no se vea la vergüenza de tu desnudez, y ungüento para ungir tus ojos, a fin de que veas. A los que amo, los amonesto y los disciplino, con lo que sé receloso y arrepiéntete. (Apocalipsis 3:14-diecinueve)
Estas palabras a la iglesia de Laodicea son moralizantes. Nosotros en América vivimos en una nación próspera. Equiparado con una gran parte del planeta, hemos prosperado materialmente. Mas jamás deseamos olvidar lo necesitados que estamos espiritualmente.
Siempre y en todo momento precisamos que el Señor nos llene de amor por él y nos separe del amor del planeta. Precisamos que Jesús nos llene de manera continua de pasión por él y su reino.
Jesús afirmó en Lucas 10:27:
«Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con tu ánima, con tus fuerzas y con tu psique, y a tu prójimo como a ti».
No sé , mas necesito desesperadamente la ayuda de Dios para quererlo asÃ. Por el hecho de que me distraigo tan de forma fácil, me siento tan sencillamente atraÃdo a querer otras cosas. Hay en muchas ocasiones en que amo a Jesús, mas no en el grado que deseo.
Deseo querer al Señor mi Dios con TODO mi corazón, mi ánima, mis fuerzas y mi psique, mas necesito que me asista.
Y la buena nueva es que Jesús no le ordena a su pueblo que haga nada que no les dé la gracia de hacer si se lo solicitan.
Conque pÃdele a Jesús que te dé más amor por él. PÃdele a Jesús que te asista a recrearte en él y a gozarlo, y que lo haga tu tesoro sobre todas las otras cosas.
Y no permitan que la debilidad de su amor por Jesús les cause desesperación. Pues cualquier persona que piense amo a Jesús auténticamente, es una prueba de que uno ha nacido nuevamente. Los descreÃdos no aman a Jesús y no les importa que no amen a Jesús. Solo los fieles auténticos aman a Jesús y desean quererlo más.
Mi deseo de querer a Jesús agrada a Dios
¿Qué esposa no serÃa bendecida si su marido le dijera: «Cariño, no me conformo con lo mucho que te amo. Te amo, mas deseo quererte considerablemente más».
El deseo de querer más a Jesús afirma que reconocemos que es digno de todo cuanto tenemos. Que su infinita gloria demanda un amor, una loa y una veneración infinitas. Que nuestro amor por él no está a la altura de su dignidad para ser amado.
Un pequeño pequeño no puede querer a su madre como deberÃa o bien querer todas y cada una de las formas en que su madre la ama y se preocupa por ella. No obstante, cuando ese pequeño afirma, «Mamá te amo» el amor imperfecto de ese pequeño trae alegrÃa a su madre.
De este modo es con nosotros. Cuando venimos a nuestro Padre divino y le afirmamos que le amamos, si bien no podamos entender su infinita gloria, belleza y majestad, le trae alegrÃa.
La mayor parte de nosotros sabemos que somos unos pobres siervos de Jesús. Somos solo unos vasos que se rompen sencillamente. De forma frecuente nos confundimos y tropezamos lo mejor que podemos, como pequeños pequeños que hacen un embrollo más grande tratando de asistir que si los progenitores lo hubiesen hecho mismos. (¿Cuántas veces ha tenido Jesús que adecentar tras mÃ?). No obstante, de alguna forma, aun nuestro enclenque y imperfecto amor por él le hace sonreÃr.
Estoy tan agradecido de que Cristo sangrase en la cruz por todas y cada una de las imperfecciones de mi amor torpe y mi aprecio enclenque y vacilante. Y agradecido de que aun mi llama de deseo le recrea, por el hecho de que es el que encendió ese fuego en mi corazón, no importa lo pequeño que parezca.
Si amo a Jesús y deseo quererlo más… cambio mi enfoque
En vez de centrarme en mi falta de como yo amo a Jesús, me centro en su amor por mÃ.
Amamos por el hecho de que nos amó primero (1 Juan 4:19).
Vean qué clase de amor nos ha dado el Padre, a fin de que seamos llamados hijos de Dios, y de esta forma somos… (1 Juan 3:1)
Mas Dios muestra su amor por nosotros en que cuando aún éramos pecadores, Cristo murió por nosotros. (Romanos 5:8)
No, en todas y cada una estas cosas somos más que campeones a través de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los gobernantes, ni lo presente, ni lo por venir, ni las potencias, ni la altura, ni la profundidad, ni ninguna otra cosa en toda la creación, va a poder separarnos del amor de Dios en Cristo Jesús, nuestro Señor (Romanos 8:37-treinta y nueve)
La mejor forma de iniciar el dÃa es recordando su amor por ti:
Mas esto lo recuerdo,
y por ende tengo esperanza:
El amor firme del Señor jamás cesa;
sus clemencias jamás llegan a su fin;
son nuevas cada mañana;
grande es tu lealtad (Lamentaciones 3:21-veintitres)
Con lo que centrémonos en el increÃble amor de Dios por nosotros, y pidámosle que prosiga avivando la llama de nuestro amor por él. Acá está mi esperanza. No amo a Jesús tanto como deberÃa, mas lo voy a hacer. Poco a poco más. Por toda la eternidad.
Si deseo querer a Jesús, recuerda la profundidad de mi perdón
En Lucas siete una mujer de mala reputación aparece en una comida que Jesús está atendiendo en casa de un fariseo. Ella abre un frasco de linimento costoso, entonces, llorando sobre los pies de Jesús, los limpia con sus pelos y los unge con el aceite.
El fariseo, llamado Simón, seguramente enfadado de que Jesús dejase que esta mujer impura lo tocara, considera que si Jesús fuera un profeta sabrÃa el género de mujer que es y no tendrÃa nada que ver con ella. Jesús le dice:
«Cierto prestamista tenÃa 2 deudores. Uno debÃa quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no podÃan abonar, anuló la deuda de los dos. Ahora, ¿cuál de ellos lo amará más?» Simón respondió: «Supongo que aquel por el que anuló la deuda más grande». Y le dijo: «Has juzgado bien». (cuarenta y uno-cuarenta y tres)
Entonces, tras mentar la carencia de cortesÃa de Simón – no lavó los pies de Jesús, no lo recibió con un beso ni le ungió la cabeza con aceite – apuntó de qué forma la mujer le lavó los pies con sus lágrimas, le besó los pies y los ungió con aceite. Entonces pronunció el chiste:
«Por lo tanto os digo que sus pecados, que son muchos, son perdonados por el hecho de que amó mucho. Mas a quien se le excusa poco, ama poco. (cuarenta y siete)
Ya antes de salvarme, Jesús dejó que me hundiese en un pozo de pecado, egoÃsmo y miseria. No podÃa salir y no podÃa dejar de pecar. Dios es soberano. PodrÃa haber eludido que pecara. Mas nos deja zambullirnos de forma profunda en el pecado. Una de las razones es que en el momento en que nos salva, estamos considerablemente más sorprendidos y agradecidos que si jamás hubiésemos pecado.
Lo mismo sucede aun una vez que Dios nos salva. Él podrÃa eludir que volviésemos a pecar. PodrÃa librarnos de manera instantánea de todo el orgullo, la ira y el egocentrismo. Mas nos deja caer y batallar en ocasiones a fin de que tengamos una nueva consideración de su gracia, perdón y amor. Y como resultado, lo amaremos todavÃa más.
John Newton dijo:
¿Lo has deteriorado reiteradamente? ¿Ha deteriorado en tantas ocasiones que no puede rememorar? Si todavÃa no te has dirigido a Jesús, ¡hazlo el dÃa de hoy! Él pagó por cada uno de ellos de tus pecados en la cruz y disculpa con libertad a todos y cada uno de los que lo invocan con fe para salvarlos. Él te va a limpiar de todos tus pecados, y por su parte lo amarás mucho.
Quizá has creÃdo a lo largo de años, mas estás decaÃdo en tu lucha con el pecado. Recuerda, Jesús pagó por todos tus pecados mucho ya antes de salvarte. PÃdele perdón y te disculpará y te va a limpiar de toda maldad. No por el hecho de que lo merezcas, sino más bien por el hecho de que te ama. Y asimismo amarás mucho pues has sido perdonado mucho.
No abogo por una continua y malhumorada morosidad como la de los ojos, que se centra en nuestros pecados. Mas sà abogo por contemplar cuánto nos ha perdonado Jesús, pues cuanto más nos demos cuenta de la altura, anchura y profundidad del perdón de Jesús, más lo amaremos.
El secreto para querer mucho a Dios: contemplar la inconmensurable deuda que Jesús pagó por ti y qué vasta es su clemencia y gracia para ti.